lunes, 2 de abril de 2018

Cel-dog (telefonía celular canina)


El día en que los perros tengan celular -que créanme que falta poco- se creará un servicio de telefonía móvil para cánidos que se llamará Cel-dog que con el tiempo se expandirá hasta incluir a gatos (Cat-cel) y más tarde a cualquier tipo de mascotas (entonces pasará a llamarse Mascotel o Pet-cel “porque ellos también merecen estar comunicados”).

Cacho, que es gallísimo y tiene una disciplina germánica, tendrá su celular en impecable estado dentro de un forrito de cuero de esos que se cuelga al cinturón, los números de emergencia los tendrá asignados alfabéticamente a sus teclas de marcación rápida (de primera a su mamá que es la persona que el más quiere en el mundo) y siempre contará con saldo de sobra (por precaución). Rita, en cambio, tendrá su aparato siempre perdido, o lo conseguirá pero por partes (papá, encuentro sólo las teclas que no me comí anoche), se gastará todo el saldo del mes en menos de media hora y luego se las ingeniará para robarle el cel-dog a Cacho, sin que se entere, para escribirle mensajitos de texto de esta naturaleza: “Cacho, ¿cómo se hace para mandarte un mensajito desde tu teléfono pero que aparezca como si lo hubiera mandado desde el mío”. Y nos mandará, poseída por su espíritu de LuRita Ferrer, infinidad de mensajes de voz diciendo: “Es sólo para avisarles que moriré de la angustia cuando me quede sin saldo”.

Esta mañana un señor me salió al paso en plena subida a la montaña y me dijo con alarma: “¡Cuidado con los venados!”. Cincuenta pasos más adelante me seguían impresionando las mismas tres cosas:

1) Lo impecablemente combinado que uno puede hacer deporte. Yo no sabía que había gorras que encajaban raya a raya con las franelas, los shorts, los zapatos y las medias. Ese hombre parecía un cuadro de Soto pero que se movía de verdad.

2) Lo solidaria que aún puede ser la gente en este país donde impera el “allá tú… mejor por mí si te jodes un poco”.

3) Que ese señor en sus 50 años de existencia no hubiera visto, ni por casualidad, ni siquiera una imagen de Bambi.

Pero, sobre todo, lamenté que no existiera todavía Cel-dog “telefonía celular canina”, para mandarle en ese preciso instante a Cacho estas imágenes: “¿Viste, pana, que no te mentía?”